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Rosell
Los Rosell, remotamente son originarios de las tierras de Urgel, regiones de España vecinas de Andorra y limítrofes con Francia en los Pirineos, en cuyos Condados de Cerdania y Conflent también poseían casas. Cuando todavía no estaban formados los apellidos, se les conocía por los Roselios, y ante la resistencia y lucha que con otros nobles, mantuvieron contra los moros invasores, perdiendo las tierras que tenían en propiedad, se vieron obligados a pasar a los dominios de Eudos, Duque de Aquitania, descendiente de los Reyes Godos , al que sirvieron en sus ejércitos, formando parte de sus concejos, señalándose el Caballero ROSELIO en la valerosa defensa del Castillo, hazaña en cuyo recuerdo el Duque le dio por armas para su escudo: “Un castillo en el mar con tres torres y en cada una de ellas una bandera blanca y roja a comienzos del siglo VIII”.
Carlos Martel, después de la batalla de Poitiers dio a los Roselios o Rosell tierras en “franco alodio” en Normandía. Sus descendientes en la época de Carlomagno, acompañaron al Monarca cuando invadió Cataluña, y al verles hacer singular proeza, mando que “en el cuartel de la mano derecha de su escudo, pusieran las tres flores de lis de oro en campo azul del Real de Francia, pero con a diferencia que la una estuviese encima y las dos más abajo, y siete rosas, las seis en circulo y una grande en medio del color de rosa y que en el otro cuartel pusiesen el castillo con las tres torres, como el Duque de Aquitania, se lo dio a sus mayores”.
Recuperados sus antiguos dominios y establecidos de nuevo en las citadas regiones de Urgel y en el Ampurdan, algunos de los Rosell regresaron a Francia y otros se esparcieron por las provincias de España, fundando Casas en Cataluña, Tarragona, Valencia, Orihuela, Sevilla, Mallorca, Ibiza etc. dos poblaciones conservan el recuerdo del linaje: Rosault, primitivamente conocida como la villa de los Roselios, cerca de la ciudad de Fox, y la de Rosell, en Castellón de la Plana.
En los tiempos del Rey Don Jaime el Conquistador lo acompañaron para las de Valencia y de Orihuela, los hermanos Pedro y Ramón ROSELL, y los hijos de estos Arnaldo, Francisco y Alemán de ROSELL se hallaron con el Rey Don Jaime II, en 1309 en el bloqueo de Almería. sus nombres aparecen consignados en el Repartimiento de Tierras de la Conquista de Orihuela , cuya acta original de 1238 se conserva en la Diputación de Barcelona, y además referido también el de los últimos en los folios dos, cincuenta y ocho, y ciento noventa del Real Registro del Archivo de la Corona de Aragón, existente asimismo en Barcelona.
De estos Rosell proviene toda la familia de España, en la que ha contado con dos Bienaventurados: Fray Berenguer de Rosell y Fray Juan Rosell, religiosos Mercedarios del siglo XIII, dos cardenales: Fray Nicolás de Rosell de la Orden de Predicadores, elevado a la Purpura en el siglo XIV, y su Eminencia Don Francisco Desprats y Rosell, quien fuera enviado en el año 1500 a los Reyes de Católicos como Nuncio Especial de Su Santidad Alejandro VI. A esta rama de Orihuela el Rey Don Jaime determino agregaran en su escudo “el Oriol de la ciudad sobre el castillo en el mar” ratificando su ya antigua nobleza. Su actual descendencia coloca el Oriol directamente sobre el mar y encima las tradicionales tres flores de lis.
El apellido llegó al Virreinato del Perú con el Capitán Don Juan Francisco Rosell y Cansino, quien acompañado de dos hermanos dejo España estableciéndose el en la ciudad de Arequipa en años próximos a 1600, de la que fue Alcalde Ordinario en 1689.
El Capitán Rosell y Cansino descendía de las dos ramas de los Rosell, de la que tuvo heredamiento en Paris, y de la fincada en Orihuela. En su ascendencia francesa tenemos a Carlos de Rosell, con Casa en el territorio de Paris y sus Heredamientos en la Isla de Francia por haberse casado con Margarita Langlois. Señora de muy noble linaje, quien tuvo por hijo a Pierre Rosell Langlois, y este a Guillen Rosell Langlois, del que fue hijo Juan Rosell Langlois, padre de Luis Rosell Langlois y abuelo de Pierre Guillen Rosell Langlois.
Un hijo de este Francisco Luis Rosell Langlois, vino a España y en Barcelona caso con su parienta Cathalina de Rosell Desprats, de la rama de Orihuela, regresando a Paris en donde nació Luis de Rosell y Rosell, el que radico en España casando en Sevilla había casado con Juana María Cansino y Doctor, nacida en Almagro e hija de Juan Cansino de Oviedo, de la villa de Osuna y de Elena Martin Doctor , nacida en Almagro, parientes cercanos de don Alonso de Vivero Novoa, Inquisidor General de Sevilla y Caballero de Calatrava. Aquellos fueron padres del mencionado Capitán Juan Francisco Rosell y Cansino. Su bisabuela Cathalina de Rosell Desprats, nació en Orihuela del matrimonio de Arnaldo de Rosell Soler y de Inés Desprats y Ruiz, siendo nieta de Arnaldo de Rosell y Masquefa, que testó en Orihuela el 6 de mayo de 1570 y de Margarita Soler y San Ramón, de Jaime Desprats y Fura, Gobernador de Castellón de la Plana en 1592 y de Aldonza Ruiz y Masquefa, bisnieta del Magnifico Alonso Rosell y de Beatriz Masquefa y Masquefa, habiendo fallecido don Alonso en 1540, de Guillen Desprats y Ruiz y de Cathalina Faura, nacida en Murcia, de Juan Ruiz Ortiz y de Catalina Masquefa y Aureta cuyo enlace tuvo lugar en Orihuela en 1536. Don Juan testó en 1601.
Guillen Desprats y Ruiz era hijo de Jaime Desprats y Rosell Baile de Orihuela y de Isabel Ruiz, siendo aquel hermano del Cardenal Don Francisco Desprats y Rosell, cuya cuantiosa fortuna paso a los sobrinos Rosell. Juan Ruiz Ortiz fue hijo de Jaime Ruiz “el Romano” y de Isabel Ortiz y nieto de Juan Ruiz I Señor de Cox y de Beatriz de Rocamora del linaje conocido como descendiente de la Casa Real de Francia. Cathalina Masquefa y Aureta fue hija de Enrique Masquefa y Rocafull y de Aldonza Aureta o Auset. Beatriz Masquefa y Masquefa fue hija de Juan Masquefa y Molins que testo en Orihuela el 23 de junio de 1475 ante Jaime Dura y de Juana Masquefa y nieta de Jaime Masquefa y Fernández y de Isabel Molins, siendo aquel hijo de Jaime Masquefa “el Antiquísimo” Señor de Molins y de la Daya y de Guiomar Fernández, apellidos todos de ancestral Señorío y de Historia de Orihuela.
Los Rosell son Señores de Benejuzar. Su antiguo y magnifico Palacio de Orihuela todavía existe conservado sobre el portón de la fachada las armas familiares. Por herencia le ha tocado al Duque de Pinohermoso. El otro palacio que por vínculo de Rocamora ocupara Don Jaime Rosell y Ruiz Rocamora y Masquefa, Marques de consorte de Rafal por su matrimonio en 25 de agosto de 1621 con su prima doña Jerónima de Rocamora y Cascante García Lassa y Roda, IV Marquesa de Rafal, y Marques de Rosell titulo que le concediera en 10 de junio de 1702 el Archiduque Carlos de Austria proclamado rey de España. Este palacio lo posee en la actualidad otro miembro de la familia, el Conde de la Granja que lo ha heredado. En la gran galería todavía se conserva en oleo de cuerpo entero el retrato de mi noveno abuelo Don Arnaldo de Rosell y Soler que fueran bautizado en Orihuela en 1545. Palacios que visite en 1957 invitado por mi citado pariente el Conde de la Granja.
Don Jaime Rosell y Desprats, Señor de Benejuzar, hermano de Doña Cathalina Rosell y Desprats de Rosell, caso con Doña Isabel Ruiz de Corella. Su hijo don Joseph Rosell y Ruiz de Corella, Caballero de Alcántara en 1628 caso con Isabel de Rocamora Molins, padres de don Ginés de Rosell y Rocamora, bautizado en Orihuela en 1639 que caso con doña Jerónima de Artes, de don Alfonso Rosell y Rocamora, Caballero de Calatrava en 1651 que caso con doña Juana Ruiz y Masquefa, y de don Luis Rosell y Rocamora, Caballero de Malta en 1663, comendador de Mallent.
Del primer matrimonio, o sea del de don Ginés, nació en 1663 de don Jerónimo de Rosell y Artés que caso con doña Thomasa Ripoll y Pastor: su hijo don Jerónimo Manuel Rosell y Ripoll, bautizado en Alicante en 1719 caso con doña Jerónima de Rodrigo y de Barbera, su nieto don Juan de Rosell y de Rodrigo, bautizado en Alicante en 1760 caso con doña Josefa García y de Segorbe. De este matrimonio nació don Jose Nicolás de Rosell y García bautizado en alicante en 1806 que caso con doña María Esperanza de Lacambra, y Pujadas, padres de doña Jacinta de Rosell y de Lacambra, bautizada en Barcelona en 1851 que caso con don Victoriano Jose de Saludes y Calzada , los que a su vez son padres de del Coronel Ingeniero don Jacinto de Saludes y de Rosell, Caballero profeso del Santo sepulcro de Jerusalén en los Capítulos nobles de Aragón, Cat5aluña y Baleares y de Castilla y León . Caballero del Real Cabildo de Infanzone de Illescas, quien de su matrimonio con doña Luciana Louis bautizado en Nápoles en 1914, el que ha casado con doña María Josefa Moreno-Luque y Collera, padres de los de Saludes- Moreno Luque.
Del matrimonio de don Alfonso de Rosell Rocamora Caballero de Calatrava y doña Juana Ruiz y Masquefa, nació el Marques don Jaime Rosell y Ruiz, Rocamora y Masquefa, Señor de la Baronía de Benejuzar quien juro con gran solemnidad el 5 de enero de 1706 en la Catedral de Orihuela el cargo de Gobernador Militar, levantando la región a favor del Archiduque Carlos a quien proclamo rey de España desde el balcón de su palacio. Gentil Hombre de Cámara de este Monarca, acompañado en su solemne entrada en Barcelona a la Princesa Isabel- Cristina, esposa de aquel. En 1709 fue nombrado Virrey de Mallorca, cargo que ocupo tres años. Consejero de de Estado del emperador de Austria residió en Viena hasta 1726 en cuya fecha regreso a España terminada la guerra se sucesión en que fuera mal al Archiduque – Pretendiente. Restituyéndosele sus bienes de Orihuela en virtud del artículo 9 del Tratado de Viena regreso a Benejuzar donde falleció cristianamente el 2 de noviembre de 1727. Marqués de Rosell con fecha 10 de julio de 1702 cuya rehabilitación ha pedido doña Enriqueta Pérez – Seoane de Allard, para ella, como aparece en la Hoja Informativa del Instituto Internacional de Heráldica de Madrid de 15 de diciembre 1958.
El actual Marques de Rafal publico en 1910 un interesantísimo libro sobre el marqués don Jaime Rosell y el levantamiento de Orihuela en la guerra de Sucesión de 1706, en el que destaca la ilustre personalidad de este, sus actitudes ante el abandono que se tenía de la región por los Consejeros de Felipe V, su inmensa fortuna y ascendencia genealógica por sus linajes de Rosell que hace arrancar del Noble Don Guillen Rosell que realizara singular hazaña, y de Rocamora que procede de don Pedro Ramón de rocamora, cuyo padre el señor de Rocamora era primo del rey de Francia; linajes de Rosell y de Rocamora que se han unido muchas veces por matrimonios en la historia de Orihuela. A la muerte de los Marqueses sus bienes, señoríos y títulos pasaron a sus sobrinos de los mismos apellidos, de los que descienden en la actualidad entre los Duques de Pinohermoso, los Condes de la Granja, los Marqueses de rafal Condes de Via-Manuel.
Una hija de don Jaime Rosell y Desprats, Señor de Benejuzar, doña Violante Rosell caso en 1619 con don Francisco Ruiz Dávalos, de donde vienen los marqueses de Algorfa, Señor de Cox titulo poseído por esta rama desde el siglo XVII.
En la rama de la familia extendida por siglos de Francia, se puede mencionar al Conde Philibert de Rosell de Beaumanoir, nacido en Montilly el 17 abril de 1715, Gran Cruz de la Orden de san Luis; a Cesar Armando de Rosell Marques de Rosell, Mariscal de campo con carrera militar en la Caballería desde 1664 quien sometió al Rey de España toda la parte de Aragón entre el Ebro y los Pirineos; a Augusto Louis de Rosell de Cercy, Marqués de Rosell, Capital de Navío en 1779 cuyo oleo existe en el Palacio Chaillot, Museo de la Marina de París; al Chevalier de Rosell, Paul Edouard que fue Contralmirante en 1825; a Monseñor Agustin Pierre Bernardin de Rosell de Fleury, Obispo de Chartres, Comendador de la Orden del Santo Espíritu en 1777 bajo el reinado de Luis XVI. Racine en 6 de agosto de 1693 escribía: “Un General Holandés el Conde de Solm decía al Chevalier de Rosell que lo acompañaba después de la Batalla de Nerwinde: que nación es la vuestra usted se bate como león y después trata a los vecinos como si fueran vuestros mejores amigos?”
En Sicilia los Rosell fueron Señores de Nixima.
Con Guillermo el Conquistador pasaron de Normandía a Inglaterra miembros del apellido. Los Rosell tenían su feudo en el departamento de la Mancha, costa N.O. el anciano Castillo Rosell del que existe una hermosa pintura, ha sido restaurado en gran parte de la actualidad. Las Crónicas antiguas citan al segundo hijo del Barón de Bricquebec, Hugh Bertrand du Rosell y a sus hijos Roger, Richard, Hugh y Geoffret de Rosell como los compañeros del Conquistador. Los Rosell, Señores de la Isla de Jersey ostentan en sus armas el Oriol sobre ondas de mar. El Almanaque de Gotha del año 1877 a fojas 220 afirma que la Casa de Bedford proviene en sus orígenes de los Señores Normandos de Rosell de quien igualmente descienden las ramas existentes en los Estados unidos, radicados especialmente en New Jersey y Delware y otros lugares que reconocen como tronco en América del norte al Mayor John Rosell (Rosell o Rosel) que paso a la Unión en 1669, poseedoras en su escudo de las rosas tradicionales :las tres usaron primitivamente los Rosell, de las montañas de Urgel, cuna remota indudablemente de todos los Rosell, de España, de Francia y Inglaterra y de las ramas derivadas de aquellas en América.
Por razón de los idiomas de Francia y de Inglaterra el apellido originario de España ha tenido modificaciones en su escritura, utilizándose la Z o la doble SS en lugar de la S la somera relación que antecede no es desde luego completa ante la frondosa descendencia del apellido. Se limita a referencias de algunas de sus líneas cuyos datos se tiene a la vista. Información copiosa existe fuera de los expedientes familiares de Hidalguía y de los de ingreso de sus miembros en las Ordenes de Caballería, en los Anuales de Orihuela de Mosen R. Bellot, en el libro sobre el Marques don Jaime Rosell y Rocamora, escrito por su descendiente el Marques de Rafal, en el Suplemento 7 del Armorial de Riestap, en el valiosos archivo de Jacinto de Saludes y de Rosell , que reside en Madrid, en las publicaciones sobre los Rocamora y Sandoval del Barón de Finestrat, en la Stemmata Rosellana dedicada a los Rosell de estados Unidos, de ilustre actuación publicada por el Profesor Hugh B. Rosell y en la Enciclopedia Heráldica y Genealógica de García Carraffa que se ocupa de los Rosell, de Mallorca, de Orihuela , de la Casa de Paris y de la rama del Perú, descendiente también de la Orihuela.
Armas
Armas: Escudo cuartelado: en el 1º y 4º en cada uno un chef azul y en el tres flores de lis de oro, y en lo restante de cada uno de los dichos cuarteles el campo de la plata con siete rosas coloradas, cada una con su tronco verde; y los otros dos cuarteles que son 2º y 3º en cada uno en campo de plata un castillo natural sobre ondas del mar con puertas y ventanas azules y en cada torrecilla y homenaje una banderilla de azul y colorado con asta negra.
El caballero Roselio que tenía su casa y hacienda en los Condados llamados después Cerdeña y Conflet, ante la invasión de los moros a los que opuso forzada y valerosa resistencia, tuvo que recogerse a los dominios de Eudos, Duque de Aquitania singularizándose en las campañas de este contra Carlos Martel recibiendo honores y formando parte de los Consejos del Duque. De su matrimonio con nobilísima Señora de aquel país tuvo varios hijos uno de los cuales se llamo Eurigo. Después de haber participado en la memorable batalla junto a Tours en que quedaron vencedores de la morisma las fuerzas coaligadas de Carlos Martel y Eudos, falleció ROSELIO el año 734.
Sus descendientes siguieron al lado de Pepino, Rey de los Francos, y en los últimos años de CARLOMAGNO, un tercero nieto de Eurigo llamado Roselio como su cuarto abuelo y que había casado en Paris, entrego a dicho Soberano, para que le sirviesen en sus campañas como lo hacían los otros nobles, a sus dos hijos Egica y Gaudencio, los que tomaron por apellido el nombre propio del padre. Cuando ingreso a Cataluña Carlomagno con su poderoso ejército los hermanos Roselios se distinguieron en gran proeza de armas, mandando el Monarca que en el cuartel de mano derecha de su escudo pusiesen las tres flores de lis de oro en campo azul del Real de Francia, pero con diferencia que la una estuviese encima y las dos más abajo, y siete rosas , las seis en circulo y una grande en medio del color de rosa, que en el otro cuartel pusiesen el castillo con las tres torres, como el Duque de Aquitania se lo dio a sus mayores.
En la época de Wilfredo, Señor del Castillo de Arria y Conde de Barcelona, el linaje de los Roselios, ya llamado de Rosell, se esparció por diversas provincias regresando algunos a Francia. Sus miembros se distinguieron en el bloqueo de Almería, año 1309, en la guerra de Cerdeña y en la conquista de Orihuela. Hijos dalgos notorios al fuero y uso de España los Rosell han desempeñado los cargos de alcaldes de Hermandad, Regidores, Familiares del Santo Oficio, vistiendo los hábitos de las ordenes caballerescas de Alcántara y de Calatrava. Don Juna Rosell perteneció a la familia de la Reina Doña María mujer del rey Don Pedro IV, como se lee en el testamento de esta Señora en 1343. Fray Nicolás Rosell, de nación Mallorquin, de la orden de Santo Domingo, fue inquisidor General en el Reino de Aragón en tiempo de don Pedro el IV; siendo creado Cardenal del título de San Sixto el año de 1357 por Su Santidad el Papa Inocencio VI.
Don Carlos Rosell tuvo su hacienda en el territorio de Paris y sus heredamientos en la Isla que llaman de Francia por haber casado con Madame Margarita Langlos, Señora de muy noble linaje; tuvo por hijo a Don Pierre Rosell Langlos; este a Don Guillen Rosell Langlos, de quien fue hijo Don Juan Rosell Langlos, y de este Don Luis Rosell Langlos, y de este Don Pierre Guillen Rosell Langlos. El hijo del último Don Francisco Luis Rosell Langlos, caso en Barcelona con Doña Cathalina Rosell de Prats, uniéndose las ramas francesa y española de la misma familia.
Doña Cathalina Rosell era hija legítima de Don Arnaldo Rosell y Doña Inés de Prats, y hermana de Don Jaime Rosell de Prats que en 1580 era familiar del Santo Oficio de la Inquisición, de don Jose Rosell de Prats, Caballero de Alcantara, del Consejo de S.M. Bailío general de las ciudades de Orihuela y Albacete, y tía carnal de don Alfonso Rosell y rocamora, Caballero de Calatrava, Señor de la Villa de Benejuzar, y de don Juan Rosell de Rocamora, Caballero de Santiago, nietos ambos del marques de Rafal, cuyo titulo paso a su descendencia. Doña Cathalina pertenecía a la rama de la familia Rosell que se radico en el Reino de Valencia y cuyos miembros se distinguieron en la defensa de Orihuela, siendo sus armas: De oro con tres flores de lis de azur en el jefe, y debajo un castillo de gules surmentado de un oriol, sobre ondas de mar de azur y plata.
Del matrimonio de Don Francisco Luis Rosell Langlois y Doña Cathalina Rosell de Prats nación en Paris Don Luis Rosell Langlois, quien vino a España y caso en Sevilla con Doña Ana María Franco, nacida en San Lucar de Barrameda, del antiguo solar de los Franco de la ciudad de Burgos.
Fue su hijo don Francisco Rosell Franco, Ministro Titular, Contador Mayor y Tesorero del Santo tribunal de la Inquisición de Sevilla a quien se le expidió en Madrid a 10 de de agosto de 1654 por el rey de Armas de S.M. Don Juan de Mendoza, certificación de sus blasones y nobleza. Había casado con Doña Juana María Cansino y doctor, nacida en Almagro, e hija del matrimonio de don Juan Cansino de Oviedo, nacido en la villa de Osuna, Arzobispado de Sevilla y Doña Elena Martin Doctor, nacida en Almagro, Arzobispado de Toledo. Doña Juana María Cansino era pariente cercana de Don Alonso Vivero y Novoa Inquisidor General de Sevilla y Caballero de Calatrava, y don Francisco lo era a su vez de don Diego Riquelme de Quiroz, Obispo de Palencia y presidente de Castilla por el año 1668, de Don José Aruñón, Veinticuatro de la ciudad de Sevilla, de Don Francisco y de Don Martin Aruñón Caballeros de Santiago.
Línea Genealógica
Los orígenes de este antiguo apellido se remonta al año 734 de la era cristiana con un primer Señor de nombre Roselio. Posteriormente un descendiente de él Eurigio. Una tercera generación se daría con un segundo Roselio cuya descendencia tomaría del nombre el apellido como es el caso de Egica Roselio y Gaudencio Roselio en el año 800 de la era cristiana.
Ya en el 1066, pasaron de Normandía a Inglaterra los Rosel, hijos y nietos del barón de Bricquebeck, compañeros de Guillermo El Conquistador.
En el año 1070, el Caballero Normando Roussell de Bailleul, en la “Primera Cruzada”, comandó ejércitos de élite de Francia, Normandía y el Imperio Bizantino contra los turcos.
El año 1208 de nuestra era cristiana, acompañaron para las de Valencia y Orihuela al Rey Don Jaime, Pedro y Ramón Rosell.
El año 1309, se hallaron con el Rey Jaime II El Justo en el bloqueo de Almería los hijos de estos, Arnaldo, Francisco y Alemán de Rosell.
Del matrimonio de Carlos de Rosell y Madame Margarita Langlois, descienden Pierres, Guillien, Juan, Luis, Pierre Guillen y Francisco Luis Rosell Langlois, siendo este último en el año 1580 quien pasa a España y contrae matrimonio con Da. Catalina de Rosell Desprats.
Del matrimonio de Francisco y Catalina, nace Luis de Rosell y Rosell Langlois, quien se casa con Da. Ana María Franco, naciendo de esta unión D. Francisco Rosell y Franco en el año 1650.
Don Francisco Rosell y Franco se casa con Da. Juana María Cancino y Doctor y del matrimonio nace D. Juan Francisco Rosell y Cancino, bautizado el 8 de enero de 1653, fallece el 2 de agosto de 1714. Casado con Da. Rosa Fernández de Vera y de la Cerda y de Toledo. De este matrimonio nace Da. María Josefa Rosell de la Vera y de la Cerda en 1706, que del matrimonio con D. Alonso González de Ocampo, nace D. Pedro Rosell González y Sotomayor, quien sigue el apellido de la madre. D. Pedro fallece en agosto de 1835.
Don Pedro Rosell González y Sotomayor se casa con Da. María Ignacia de Tamayo y Cáceres, quien fallece el 26 de setiembre de 1835 y de cuya unión nace, D. Pio Vicente Rosell González y Tamayo el 10 de julio de 1807 y fallece el 27 de enero de 1880. D. Pio Vicente se casa con Da. Elena Borgoño y Castañeda de Madalengoitia, quien nace el 26 de marzo de 1824 y fallece el 23 de agosto de 1857.
Del matrimonio de D. Pio Vicente y Da. Elena nace el 27 de diciembre de 1854 D. Pedro Domingo Rosell y Borgoño quien se casa con Da. Manuela Alejandrina de Urquiaga y Calonge, el 28 de febrero de 1884, quien nace el 3 de febrero de 1861. Da. Manuela, fallece el 3 de abril de 1901 y Don Pedro Domingo el 6 de marzo de 1928.
Del matrimonio de D. Pedro Domingo y Da. Manuela nace D. Wenceslao Elías Rosell y Urquiaga el 20 de julio de 1891 y fallece el 21 de febrero de 1970. Don Wenceslao se casa el 1 de diciembre de 1924 con Da. Elisa Angélica Pinillos Goicochea que nace el 12 de julio de 1901 y fallece el 26 de julio de 1994.
D. Wenceslao y Da. Elisa, son padres de D. Wenceslao Alfredo Rosell y Pinillos que nace el 18 de diciembre de 1925, quien contrae matrimonio con Da. María Concepción Rosenthal Cobian y Zavala el 8 de diciembre de 1955. Da. María nace el 28 de noviembre de 1930 y fallece el 9 de julio de 2004.
D. Wenceslao y Da. María son padres de, Da. Ana María Rosell y Rosenthal que nace el 10 de enero de 1958, casada con D. Juan Carlos Ibarra Schambaher, de cuyo matrimonio nació D. Juan Carlos Ibarra y Rosell el 11 de octubre de 1985, y de D. Wenceslao Martín Rosell y Rosenthal que nace el 11 de agosto de 1963, casado en primeras nupcias con Da. Rocio Quiroz Velarde, de cuya unión nace D. Martín Alfredo Rosell y Quiroz, y en segundas nupcias con Da. Norma Giovana Buendía Bartra, padres de Da. Macarena Giovana Rosell Buendía que nace el 11 de octubre de 2003 y D. Santiago Wenceslao Rosell Buendía.
El Rey de Los Camanejos
D. Wenceslao Rosell Pinillos, acompañado de su hija Ana María y Wenceslao Martín, junto al cuadro antiquísimo que estaba localizado en la antesacristía de la iglesia de La Merced en Arequipa y que según las tradiciones de don Ricardo Palma, corresponde al óleo que el pueblo de Arequipa realizó queriendo perennizar un hecho infausto debido a que El Rey de Los Camanejos, Don Pablo Rosell y Sotomayor, se había enfurecido con el cura que estaba oficiando la misa, cosa que no toleró porque el padre Vidarrueta, no pidió permiso a su majestad Camaneja para la consagración, hecho que como es sabido fue costumbre siempre consagrar previa venia y permiso de la autoridad, se supone en este caso del Rey de los Camanejos a quien todo el pueblo lo quería y lo respetaba, por ser en sus momentos lucidos un gran señor con un trato siempre amable y servicial para sus súbditos pero que lamentablemente padecía de una enajenación mental. En este cuadro se representa al señor Rosell en el momento que saca el sable y le rompe la crisma al cura saliendo despavorido este y el monaguillo. El Dr. Rosell logró del párroco bajar dicho cuadro, fotografiarlo y no pudo realizar su compra como hubiera sido de su agrado por tratarse de un antepasado en este caso un tío abuelo, ya que el cuadro esta inventariado y es el único recuerdo que guarda Arequipa del altar que es íntegramente trabajado en plata y que lamentablemente con la guerra de la independencia se fundió el metal para los fines de la misma.
La sacristía de la iglesia de la Merced en Arequipa se compone de dos salas, una donde se revisten los frailes para ir al templo a celebrar, y que como tal sacristía en poco o nada se diferencia de la de cualquier convento de la cristiandad; y la otra, que podría llamarse antesacristía, es el pasadizo obligado entre la iglesia y el claustro.
Como todo el edificio, la sacristía está construida de calicanto. En el centro de su bóveda hay una claraboya, idéntica a la que se ve en la Penitenciaría de San Pedro en Lima, y cerca de ella un agujero por el que pasa la soga de la campana con que se llama a misa a los fieles.
Los muebles apenas si son dignos de atención; pues se limitan a una rústica banca de madera y a dos confesonarios de la misma estirpe.
Colgados en las paredes hay varios lienzos pintados al óleo; pero de tal antigüedad y tan mal conservados, que ya tendría tarea el que se propusiese descubrir lo que representan.
Uno de estos cuadros, que se halla sobre la puerta que cae al convento y el único medianamente cuidado, representa a un fraile revestido con los ornamentos de decir misa, con los brazos abiertos y en actitud de pedir auxilio. En la coronilla tiene una herida de la que brota sangre, viéndose manchas de ella en la casulla y el pavimento. Parece que la escena empezó en un altar que se distingue a la derecha, y en el que se notan misal abierto sobre atril, patena, corporal y palmatoria, que indican haber estado el fraile celebrando el Santo Sacrificio cuando fue atacado por otro personaje que se ve a corta distancia en situación de repartir porrazos con un cáliz que en la mano tiene. Este personaje es un caballero vestido con calzón a media pierna, medias de acuchillado, zapatos con virillas de acero y capa flotante de paño veintidoseno de Segovia.
Poniendo punto a este preámbulo indispensable, vamos a la tradición explicatoria del emblemático lienzo. ¡A la mar, agua!
Hasta 1823 comía pan en la ciudad del Misti un hidalgo llamado don Pedro Pablo Rosel, nacido en Arequipa e hijo de español empingorotado y de arequipeña aristocrática.
Este sujeto, que había recibido la más esmerada educación que por aquellos tiempos diérase a mozo de buen solar, y que sobre todo tema disertaba con recto criterio, habría pasado hasta por hombre de esclarecido talento y de buen seso, si de vez en cuando no se le escapara este despapucho:
-Yo no soy un cualquiera, ¿estamos?
-¿Quién lo duda, señor Rosel? -le contestaba alguno de sus tertulios.
-Sépase usted, mi amigo -continuaba don Pablo-, que está usted hablando nada menos que con el príncipe heredero del trono de Camaná; pero estos pícaros zambos de los Roseles (que así calificaba a su parentela) me robaron chiquito de palacio, sobornando a las damas de honor, azafatas y meninas de mi madre la reina, y me trajeron a Arequipa.
-¿Y cómo ha llegado Vuestra Majestad a descubrir tamaña villanía?
-Por revelación del Arcángel San Miguel, que en tres ocasiones se me ha aparecido y referídome las cosas de pe a pa. Pero pronto arrojaré del trono al usurpador, y esos zambos de los Roseles verán dónde les da el agua.
Hemos dicho que fuera del tema de su locura, en todo lo demás procedía don Pedro Pablo con juicio que le envidiaran los cuerdos; pues como agricultor y comerciante lo acompañaba el acierto, progresando su hacienda de maravillosa manera.
Para no encallarse, rozándose con todo el mundo, con mengua de su dignidad de príncipe real, don Pedro Pablo se dejaba ver rara vez por las calles de Arequipa. En su casa y en su intimidad sólo recibía media docena de amigos, a los que tenía apalabrados para futuros ministros del reino, y a fray Francisco Virrueta, del orden de la Merced, arzobispo presunto de Camaná. Todos ellos llevaban el amén al loco manso, discurrían con él sobre un plan de hacienda, en virtud del cual las aceitunas de Camaná valdrían su peso en plata, y disparataban ni más ni menos que si estuvieran en Congreso aderezando proyectos de ley o en Consejo de ministros a la de veras.
Regina, que así se llamaba la hija única de don Pedro Pablo, y que era una muchacha tan seria y formalota que parecía tener una vieja adentro, agasajaba a los tertulies nocturnos de Su Majestad camaneja con una suculenta jícara de chocolate acompañada de bollos. La princesita sabía hacer los honores palaciegos.
Acostumbraba el padre Virrueta decir misa a las cinco de la mañana en la iglesia de la Merced, y entre los pocos asistentes a ella encontrábase con frecuencia don Pedro Pablo, que en varias ocasiones se brindó a servir de ayudante; que era Su Majestad camaneja hombre devoto y respetuoso con la Iglesia, si bien, como Luis XI y Felipe II, sostenía que los monarcas acatando mucho al Pontífice, no deben cederle un palmo en asuntos temporales de patronato.
Una de esas mañanas amaneció el loco manso con la vena gruesa.
Toleró, mordiéndose los labios, que el sacerdote consumiese la Hostia sin pedirle la licencia que a su juicio era de rito cuando se celebraba ante el monarca; pero al ver que el oficiante iba a consumir el sanguis con el mismo desacato y con tanto menoscabo de las regalías del patrono, arrebató el cáliz al padre Virrueta, y dándole con él tan tremendo golpe en la cabeza que casi se la partió en dos, le gritó furioso:
-¡Esa no te la aguanto, fraile mal criado! Te dejé consumir la Hostia sin mi venia, creyendo que por distracción no me la pediste; pero reincides maliciosamente y te castigo como debo. ¡Chupa, fraile mastuerzo!
Y como el loco se hallaba dominado por la furia, quiso seguir menudeando golpes al pobre fraile, que no tuvo más escapatoria que echar a correr. Afortunadamente para él, enredoso su perseguidor en la cadeneta de la campanilla de un altar y cayó al suelo, circunstancia que aprovecharon los asistentes para atar codo con codo a Su Majestad camaneja.
Como era natural, el suceso causó gran alboroto en Arequipa, no sólo por la cabeza rota del mercenario, sino por la irregularidad en que quedó la iglesia por haberse derramado en su pavimento el sanguis. Mientras teólogos y canonistas se ponían de acuerdo con la autoridad eclesiástica para la rehabilitación del templo, permaneció éste cerrado por algunos meses.
Después de los consiguientes asperges, latinazos y canto llano, dobles y repiques, se dio por nulo y sin valor todo lo sucedido y por limpio y purificado el pavimento de la polluta iglesia.
Terminadas las fiestas de rehabilitación, en las que el padre Virrueta fue el protagonista, acordó la comunidad, por voto unánime, hacer pintar un cuadro que conmemorase el suceso y colocarlo cerca del altar. Pero el padre Virrueta tomó por el susodicho cuadro más ojeriza que Sancho por la manta, y mandó que se le trasladase a la sacristía, donde es probable que permanezca mucho tiempo todavía; porque el cuadrito ha resistido ya más de medio siglo sin sufrir desperfecto por terremotos, incendios y aguaceros. Hasta la polilla y los ratones le tienen miedo y no le hincan diente.
Como es de suponer, la locura de Rosel obligó a la familia a adoptar medidas, no sólo para evitar conflictos posteriores, sino también para curarlo, si posibilidad de ello había en los recursos de la ciencia. Pero a pesar de galenos, el loco iba de mal en peor; y poniéndose cada día más furioso, era peligro permanente para vecinos y deudos. Sólo su hija Regina, que no era ninguna señoritinga asustadiza, ejercía algún dominio sobre él.
Se acordó definitivamente por la familia conducir a don Pedro Pablo a una casita de campo, que en el pago de San Isidro, a una milla de la ciudad, poseía el alienado; pero como Regina no quiso consentir en que la traslación se hiciera encerrando a su padre en una jaula, hubieron de confabularse autoridad, deudos y médicos para arbitrar expediente en que la violencia, el rigor o la camiseta de fuerza quedaran excluidos.
Una mañana llegó a casa de Rosel un alférez de carabineros reales con seis soldados lujosamente cabalgados y equipadas, el que haciendo genuflexiones y cortesías dijo:
-Majestad, vengo enviado por vuestros leales vasallos de Camaná para poner en vuestro augusto conocimiento que el trono está vacante, y que todos gimen y suspiran porque os presentéis cuanto antes y libertéis a la patria de ambiciosos y usurpadores que se disputan la corona. Si fuera vuestra sacra y real voluntad poneros en camino ahora mismo, brava y lucida escolta os ofrezco.
El rey, dando a besar su mano al emisario, contestó:
-Levántate, marqués de la Buena Nueva, que hacerte merced quiero por tu fidelidad pura con tu soberano. Mi reino me llama, y a su llamamiento acudiré con presteza. Nos pondremos en marcha después de refocilar el estómago. Regina, el almuerzo.
En la mesa no anduvo corto el flamante marqués en pintar el entusiasmo de los camanejos por su monarca, pintura que escuchó éste con aire de eso y mucho más me merezco.
-Ya veremos cómo hacer felices a esos pobres diablos -parecía decir la sonrisa bonachona de Su Majestad don Pedro Pablo I de Cumaná.
Al salir al patio, uno de los soldados, hincando una rodilla en tierra, le presentó un caballo soberbiamente enjaezado. El monarca, poniendo la regia planta en el estribo, le preguntó:
-¿Cómo te llamas?
-Marcos Quispe Condorí, taitai -contestó el soldado, que era un indio rudo de la Puna.
-Pues algo ha de tocarte en la distribución de mis reales mercedes, Marcos Quispe Condorí. Te hago desde hoy caballero de espuela dorado, libre de todo pecho y anata.
-Dios te lo pague, taitai.
Y la comitiva emprendió el camino de la Amargura en dirección al Calvario.
Faltaba una cuadra para llegar a la casita de campo, cuando se presentaron de improviso hasta veinte hombres arrasados de escopetas y sables mohosos, gritando «¡muera el rey!».
El marqués de la buena Nueva y sus seis jinetes, al grito de «¡viva el rey!» arremetieron sobre los sediciosos, y éstos contestaron a escopetazos. La zinguizarra no parecía de mentirijillas.
¿Qué creerán ustedes que hizo Su majestad? Pues, señores, tuvo el buen sentido y la grandeza de ánimo (que los caudillos cuerdos nunca tuvieron) de sacar su pañuelo blanco, y con voz alterada por una gran emoción, gritó:
-Me rindo, hijos míos, y que no se derrame sangre por mi causa.
Decididamente, sólo un loco es capaz de abnegación tamaña.
Los vencedores se apoderaron de don Pedro Pablo y lo encerraron en un cuarto, remachándole antes al pie izquierdo una cadena sujeta por aro de fierro a la pared.
Regina acompañó a su pobre padre en el cautiverio. Probablemente la pérdida de la batalla (y con ella el destronamiento y la prisión) influyeron favorablemente en el sistema nervioso de Rosel; pues lo abandonó todo arrebato de furia, volviendo a su locura inofensiva de erigir que se le tratase con la consideración debida a un rey en desgracia. Algo más: sentado en un sillón de baqueta de Cochabamba, recibía a sus arrendatarios, con quienes después de arreglar cuentas, hablaba juiciosamente sobre el regadío y la sementera. También sus amigos los ex ministros iban a visitarlo en ratos perdidos, maravilla de que no podrá alabarse ningún poderoso caído: «En tiempo de higos, abundan los amigos; pero en tiempo agreste, nos huyen como de la peste».
Sólo el padre Virrueta le guardó al loco, que casi lo descalabra, perpetra inquina. Su paternidad era durillo de entrañas.
En su última enfermedad, creyose que Rosel había recobrado toda la lucidez de la razón; pues rechazó el tratamiento de majestad, protestando de semejante locura. El médico y el confesor, persuadidos de que el moribundo gozaba de cabal juicio, convinieron en que se le administrase el Viático, sacramento que don Pedro Pablo pedía con instancia.
Trajeron, pues, al Santísimo con acompañamiento de medio Arequipa, que Rosel fue vecino servicial, honrado y muy querido. Pero al oír música y la campanilla, preguntó el enfermo qué ruido era ese: contestándole el confesor que era la Majestad Divina que venía a despedirlo para la eternidad, quedose Rosel un rato pensativo, y con voz que apagaba ya la muerte, murmuró como hablando consigo mismo:
-¡Bien! Que pase... Se juntarán dos Majestades.
Con tan clara prueba de que la locura era persistente, supondrá el lector que el cura regresó sin administrar el Viático.
Como en 1823 no existía aún El Comercio ni diario alguno noticioso, no he podido averiguar si el rey de los camanejos mereció o no honores fúnebres de sus súbditos.
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